sábado, diciembre 05, 2009

Shakira- Lo Hecho Esta Hecho[OFFICIAL MUSIC VIDEO]

Uno más, el tipo es un maestro en ésta coreografía, Shakira hace muy buena mancuerna con él.....qué coreografía!!!

Shakira - Give It Up To Me

Bueno, ahora que he andado con lo de la imitación de Shakira, me encontré con que no me gustó para nada el material que ahora ha sacado, pero me encontré con ésto y lo único que pude pensar fué....Qué coreografía!...........Vamos, el mensaje es algo que no me agrada mucho, pero la coreografía me encantó....ojalá les guste.

Saludos!

P.D.
Prometo ponerme a escribir ya.

jueves, marzo 06, 2008

Protopoema

Hace tiempo que deseaba publicar lo siguiente, pues es algo que me ha llegado a lo más profundo, motivo suficiente para no hacerlo antes. Ahora me ha dado el empujón la lectura de uno de mis blogs favoritos y ciertos acontecimientos que me dejan pensando y confirmando que las casualidades no existen.

Espero les guste.





Del ovillo enmarañado de la memoria, de la oscuridad, de los nudos ciegos, tiro de un hilo que me aparece suelto.
Lo libero poco a poco, con miedo de que se deshaga entre mis dedos.
Es un hilo largo, verde y azul, con olor a cieno, y tiene la blandura caliente del lodo vivo.
Es un río.
Me corre entre las manos, ahora mojadas.
Toda el agua me pasa por entre las palmas abiertas, y de pronto no sé si las aguas nacen de mí o hacia mí fluyen.
Sigo tirando, no ya sólo memoria, sino el propio cuerpo del río.
Sobre mi piel navegan barcos, y soy también los barcos y el cielo que los cubre y los altos chopos que lentamente se deslizan sobre la película luminosa de los ojos.
Nadan peces en mi sangre y oscilan entre dos aguas como las llamadas imprecisas de la memoria.
Siento la fuerza de los brazos y la vara que los prolonga.
Al fondo del río y de mí, baja como un lento y firme latir del corazón.
Ahora el cielo está más cerca y cambió de color.
Y todo él es verde y sonoro porque de rama en rama despierta el canto de las aves.
Y cuando en un ancho espacio el barco se detiene, mi cuerpo desnudo brilla bajo el sol, entre el esplendor mayor que enciende la superficie de las aguas.
Allí se funden en una sola verdad los recuerdos confusos de la memoria y el bulto súbitamente anunciado del futuro.
Un ave sin nombre baja de no sé dónde y va a posarse callada sobre la proa rigurosa del barco.
Inmóvil, espero que toda el agua se bañe de azul y que las aves digan en las ramas por qué son altos los chopos y rumorosas sus hojas.
Entonces, cuerpo de barco y de río en la dimensión del hombre, sigo adelante hasta el dorado remanso que las espadas verticales circundan.
Allí, tres palmos enterraré mi vara hasta la piedra viva.
Habrá un gran silencio primordial cuando las manos se junten con las manos.
Después lo sabré todo.

Las pequeñas memorias
José Saramago

sábado, enero 05, 2008

Gabriel del Río Ortíz "Poeta del pueblo"

He escrito ésto para mi otro padre, padre de mi marido, padre de mis cuñados, abuelo de mis hijos y sobrinos, hermano de tantos, amigo del mundo, para el maravilloso "Poeta del pueblo"


Gabriel del Río Ortíz (23 marzo 1932- 1 enero 2008)


Se ha ido el Poeta del pueblo
caminando tranquilamente, sin prisa, sin peso

Se ha ido el Poeta del pueblo,
escuchando sus palabras, sus cantos y sus versos

Se ha ido el Poeta del pueblo
transmitiendo por generaciones su amor a lo simple, a lo complejo

Se ha ido el Poeta del pueblo
sacudiendo el suelo con un aplauso eterno, amado, venerado

Se ha ido el Poeta del pueblo, eso han dicho,
¿Pero cómo creerlo, si se sigue escuchando, si se sigue sintiendo?

Se ha ido el Poeta del pueblo, dicen
pero nos ha dejado su herencia, que son sus vivencias
e impresos sus textos.

Ahora se le ve libre, sonríe, sonríe como nunca, ríe a carcajadas
ha salido de una prisión que le atormentaba
se ha liberado de las sombras egoístas que cegaban su mirada
y también del tiempo, que es lo que más pesaba.

Se ha ido el Poeta del pueblo
pero antes ha regado sus semillas en los campos
todos los ríos ha juntado
transformando el líquido en el más dulce
que alimenta la tierra y da vida a cada fruto creado.

¿Quién dice ahora que se ha ido el Poeta del pueblo?
si su esencia se ha quedado
si siempre será amado
si siempre será recordado

¿Quién se atreve a decir que nuestro Poeta se ha ido?
cuando es bien sabido que con un padre no existe el olvido
cuando lo grande perdura hasta el infinito.

miércoles, diciembre 26, 2007

Un video de navidad!




Felicidades a todos!!!

Felices fiestas!!!




Una vez más, les deseo a todos que todos sus sueños y deseos se cumplan.




Que todos los propositos sean cumplidos y que el año que viene sea mejor para todos!!!!




Besos a todos!


Un abrazo.

viernes, noviembre 23, 2007

¿Inocente?


Martha era una chica de 15 años, muy bonita, pero no le gustaba arreglarse por ciertos problemas de autoestima. Usaba pantalones por lo menos 4 tallas más grande que la suya y playeras que le dieran por lo menos al muslo. Su novio, con quien llevaba 2 años, se llamaba Rodrigo. El tenía 18 años y tampoco se arreglaba lo suficiente, tenía el cabello largo, el cual nunca cepillaba y no se preocupaba mucho por su aspecto.

Los dos estaban en la preparatoria, aunque ninguno de los dos entraba a clases. Ambos eran drogadictos y alcohólicos, todos los días tomaban y se drogaban con los amigos, hubo un tiempo en el cual de hecho no se veían, cada quien lo hacía por su lado.

Un día, después de 4 meses, se encontraron en el lugar donde se juntaban a tomar con sus amigos y se saludaron como si se hubieran visto un día antes y bebieron durante todo el día, de pronto fumaban un porro, de pronto se metían al baño para meterse unas líneas de coca.

Como a las siete de la noche, Rodrigo se le acercó al oído a Martha y le dijo:

-Amor ¿qué tienes que hacer ahora?

-Nada, ¿por qué?- Respondió Martha algo ebria

-¿Qué te parece si vamos a mi casa? No hay nadie y hace mucho tiempo que no estamos juntos

-¿Estás seguro?

-Si ¿vamos?

-Bueno- Respondió Martha volteando para despedirse de sus amigos y tomando sus cosas para salir de inmediato. Rodrigo hizo lo mismo y se dirigieron a su casa.

Entraron sin encender la luz y fueron directo a la recamara. No estuvieron ahí más de media hora. No hubo ningún tipo de ritual ó besos ó caricias, simplemente lo de siempre. En realidad sus relaciones eran bastante egoístas, además de no ser conscientes, pues la mayoría de las veces estaban drogados.



Una vez más, dejaron de verse durante casi dos meses. Mientras tanto, Martha enfrentaba cambios físicos y algunos problemas de salud, fue al médico y se enteró de que estaba embarazada. Ella al enterarse decidió dejar absolutamente todo, es decir, drogas, alcohol y tabaco. Moría de miedo, pues tenía que enfrentar a sus padres, pero lo que más le preocupaba era la reacción de Rodrigo. Después de pensarlo durante dos días le llamó por teléfono:

-¿Sí?

-Hola ¿Rodrigo?

-Sí

-Habla Martha

-Hola, amor ¿cómo estás?

-Bien, gracias- le respondió Martha con voz tenue

-¿Qué pasa, estás bien?

-Si, bueno, no. Tenemos que hablar ¿nos podemos ver?

-Claro ¿Quieres que nos veamos en tu casa?

-No, yo voy a la tuya, pero hablamos en el parque

-Está bien ¿a qué hora vienes?

-Salgo ahora mismo para allá

-Bien, aquí te espero- Dijo finalmente Rodrigo, pensando que quizá Martha quería hablar de un rompimiento.

Martha salió de inmediato, estaba muy nerviosa y no sabía ni cómo iba a empezar. Conforme se iba acercando tenía más miedo, las piernas le temblaban y sentía que no le respondían.
Por fin llegó a casa de Rodrigo, tocó y salió una de las hermanas, la más pequeña.

-¡Hola, Martha! ¿cómo estás?- se acercó a ella para abrazarla

-Muy bien, nena, ¡gracias! ¿y tú?- le respondió correspondiendo el abrazo

-Bien. ¿le hablo a mi hermano?

-Sí, por favor, pero dile que lo espero en el parque

-Está bien.

La niña entró corriendo a su casa para avisarle a su hermano que ya lo esperaban.

Mientras Rodrigo caminaba, iba pensando en qué era lo que iba a decir, pues de alguna manera creía que el rompimiento era lo mejor, pues casi no se veían, aunque se la pasaban muy bien cuando lo hacían. Se acercó a Martha y se sentó junto a ella.

-¡Hola!- No sabía si besarla o no, decidió esperar.

-Estoy embarazada- Dijo Martha sin pensarlo, tenía tanto miedo que no pudo planearlo bien, simplemente lo dijo y eso fue todo.

Rodrigo quedó pasmado, no tenía nada que ver con lo que él había pensado que iba a suceder, se quedó callado por unos minutos mientras miraba el suelo y al fin dijo:

-Bueno ¿y qué vamos a hacer? No lo vas a tener

-¿Me estás preguntando ó me lo estás diciendo?

-Te lo estoy diciendo

-Ni siquiera me has preguntado lo que quiero yo- dijo Martha algo alterada

-Pues es que no se trata de lo que quieras, sino de lo que debemos hacer, no estamos preparados para esto

-Nunca se está preparado para esto- Gritó Martha, levantándose de la banca

-Bueno, de todos modos tenemos que ir con un médico

-Está bien- Respondió más tranquila y sentándose nuevamente

-Vamos mañana, nos vemos a las siete de la mañana afuera de tu casa

-Está bien, te espero.-Se levantó y sin voltear a verlo, sin saber qué mas decir o sentir comenzó a caminar hacia su casa. Rodrigo se quedó allí por un largo rato y luego se fue a tomar unas cervezas con sus amigos.

Al día siguiente, Martha le dijo a su madre que iría a un bosque con Rodrigo y que volvería hasta en la noche. Su madre no dijo nada.

Martha salió y ya estaba Rodrigo esperándola.

-¿Nos vamos?- preguntó Rodrigo tomándola de la mano

-Sí, vamos- le respondió y apretó su mano muy fuerte.

-Me dieron la dirección de un doctor que te va a hacer un ultrasonido para saber cuánto tiempo tienes y luego vemos qué hacemos, ¿está bien?

-Está bien- respondió y volteó a verlo a la cara diciendo: -Estoy asustada- Rodrigo la abrazó y le acarició la cabeza tratando de tranquilizarla.


Hicieron más de una hora de camino y entraron a un hospital. El consultorio estaba en el último piso. Martha subió con mucho esfuerzo pues las piernas no le respondían muy bien, además de que todo el líquido que había tomado antes para poder pasar rápido a que le hicieran el ultrasonido comenzaba a hacer efecto en su organismo.
Entró en menos de 5 minutos al ultrasonido y el médico le dijo que tenía 7 semanas de embarazo. Martha se levantó sin escuchar más, fue al baño y esperó a que saliera Rodrigo del consultorio, pues hizo una llamada telefónica antes de salir.

-¿Lista?

-Sí ¿todo está bien?

-Sí, ¿por qué?

-Nada más. ¿A quién llamaste?

-Llamé a un doctor, aquí te hicieron el ultrasonido, pero te tiene que revisar un médico

-Si, está bien, no me he sentido muy bien

-Pero me dijo que hoy está ocupado, nos va a atender hasta mañana y lo tenemos que ver por aquí.

-¿Por aquí, por qué no podemos ver uno que esté cerca de la casa?- Preguntó Martha algo nerviosa

-Porque no me quiero arriesgar a que nos vean antes de que decidamos qué es lo que vamos a hacer.

-Bueno, está bien. ¿A qué hora tenemos qué estar aquí?

-A las nueve de la mañana

-Entonces vamos a tener que salir como a las siete.

-Sí ¿tienes problema? Le respondió Rodrigo mirándola a los ojos

-No, está bien

Se fueron a su casa y no hablaron nada en el camino. Rodrigo dejó a Martha en su casa y luego se fue.

Al día siguiente repitieron la escena, Martha salió y Rodrigo ya la estaba esperando. Cuando llegaron al lugar donde había quedado Rodrigo de ver al médico, no había nadie, tuvieron que esperar y lo hicieron en silencio.

Después de un rato se acercó un carro y el hombre que iba conduciendo le hizo señas a Rodrigo para que subieran al auto, eso sorprendió mucho a Martha, pero pensó que habían quedado en eso porque quizá era complicado llegar al consultorio. Cuando llegaron, Martha comenzó a sentirse mal y se desmayó, cuando despertó estaba en una mesa de auscultación con una aguja en la vena del brazo izquierdo. El médico le dijo que necesitaba vitaminas y que se las administraría por medio del suero y comenzó a inyectar algo.

Después de unos minutos, Martha comenzó a quedarse dormida sin poder evitarlo, escuchaba al médico a lo lejos. Abrió los ojos y se descubrió amarrada de los brazos y las piernas, como pudo se soltó y arrancó el suero del brazo, se sentó y se dio cuenta de que estaba sangrando, se arrancó las telas que la ataban a la mesa de auscultación y comenzó a aventar todo lo que se encontraba a su paso. Rodrigo entró ese momento y le dijo con una voz muy calmada:

-Te dije que no ibas a tenerlo.

Martha estaba débil y sus piernas no le respondieron como esperaba, así que quedó tirada en el suelo. Rodrigo la levantó tomandola del brazo y la la llevó al sillón que estaba en la sala de espera. Ella llorando y golpeándose las piernas por la desesperación, observaba el lugar que parecía más un despacho que un consultorio.

Rodrigo estuvo unos minutos más dentro con el médico. Cuando salió la tomó del brazo y la llevó afuera, ya los esperaba un taxi. Martha se quedó dormida durante todo el camino y llegaron a casa de Rodrigo, allí él le dio unas pastillas que le había recetado el médico.

-¿Por qué me hiciste esto, Rodrigo?

-Te dije que no ibas a tenerlo- le hablaba sin mirarla a la cara

-Pero habíamos quedado en que lo íbamos a discutir después de que me viera el médico- le decía con la cara empapada y tratando de incorporarse.

-Sí, Martha, pero sé qué es lo que iba a suceder. ¡Cálmate!

-¿Cómo voy a calmarme? ¡Me engañaste! ¿y si lo hizo mal?- preguntó Martha, pensando en que lo que no la había animado en pensar en un aborto era terror a que saliera mal.

-No lo hizo mal, estás bien, no te preocupes.


Nuevamente, Marha se quedó dormida y no podía controlarlo, pues aún estaba bajo los efectos de la anestesia. Cuando volvió a abrir los ojos, estaba en su habitación, su madre estaba a su lado.

-¿Te sientes bien?- preguntó su madre tocando su frente

-Sí. ¿Dónde está Rodrigo?

-Se fue, dijo que te habías sentido mal y que estabas con fiebre, que te habías quedado dormida y que creía que era mejor que estuvieras aquí en la casa. Te trajo en un taxi y te cargamos entre los dos.

-Pero ¿por qué se fue?- Preguntó Martha llorando, no porque lo necesitara realmente, más bien no sabía cómo enfrentar la situación con su madre.

-Porque dormías y es mejor que descanses, duerme, ahora no tienes fiebre.

Martha no le dijo nada a su madre, pero se sentía desesperada, habían asesinado a su hijo y no podía decir nada, sólo pensaba en lo que iba a suceder después.

-¿Qué hago, qué digo? No puedo decirle nada a mi madre, ¡a nadie! ¿Qué voy a hacer? No podía dejar de pensar en eso y no podía dejar de llorar, así estuvo durante algunas horas, hasta que se quedó dormida nuevamente.

Pasó una semana y no había recibido ni una llamada de Rodrigo y cuando ella le llamaba nunca lo encontraba. No le afectaba tanto el hecho de que Rodrigo no llamara para preguntar por lo menos cómo se sentía o que no estuviera a su lado, en realidad, nunca había estado y ni sabía qué era lo que sentía por él, simplemente el pensar que no podría decírselo a nadie y que aún cuando no estaba en sus planes el tener un hijo, había sido un asesinato y ella formaba parte de ello.

Por fin se decidió a salir y encontró a algunos amigos, como había sido costumbre, comenzó a drogarse nuevamente, platicaba y reía como lo hacía antes, nadie notó alguna diferencia. Ya en la noche, Martha decidió irse a su casa y se despidió de todos. Al llegar a su casa, se metió en su habitación y sacó todos los medicamentos que encontró y se tomó hasta la última pastilla.

Su madre la encontró al día siguiente rodeada de cajas de medicamentos, se lanzó sobre ella y comenzó a jalarla para levantarla, la golpeaba en la cara para que reaccionara, gritaba y sus lágrimas caían en el rostro de su hija, pero Martha ya no despertó, había muerto, se había suicidado y no había ni una sola pista del porqué.

Unas semanas después, totalmente demacrada, pálida y los ojos hinchados por tanto llanto y un poco enloquecida por el dolor, trató de investigar con los amigos de Martha qué había sucedido, si les había comentado algo, nadie supo nada, todos vieron a la misma Martha de siempre.

Cuando le llamó a Rodrigo, él no supo qué decir, simplemente que Martha no le había dicho nada y que cuando se habían visto había estado normal, no supo que había muerto hasta que la madre le llamó. Trataba de actuar normal pero se sentía culpable, se repetía una y otra vez que se había suicidado porque la había dejado sola, porque no la había buscado y que lo había hecho por él.

No creía de ninguna manera que lo que había sucedido fuera motivo para que ella siquiera se sintiera mal. Pasó días tomando hasta perderse, saliendo con los amigos como si nada hubiera pasado. - En realidad ni tuvimos una relación seria- Le decía a sus amigos, pero por dentro gritaba de desesperación, pues la culpa lo iba carcomiendo.



¿Podría ser inocente?

viernes, octubre 12, 2007

Viejita mendiga al volante

Este video me lo envió una gran amiga. Para doblarse de risa.

Disfrútenlo!!!!!!

viernes, septiembre 28, 2007

Nuevamente, Los Textos....adelante!


Días antes, había decidido cerrar definitivamente este espacio, por algunos motivos que yo creía que eran los más válidos. A veces las circunstancias nos llevan a hacer o decir cosas que en el momento no pensamos lo suficiente y después de un tiempo, caen los 20's de muchas cosas. Eso es lo que me ha sucedido......no pensé bien las cosas y todos estos días me han servido para analizar y descubrir que no es lo que en realidad deseo.

Sinceramente el escribir y que ustedes me lean, me ha ayudado muchísimo, en todos los aspectos.



Ahora hay una nueva razón para quedarme. Mi primogénito el mago ha decidido abrir su blog y lo ha hecho, creo que es algo así como un empujón, además de el apoyo que he recibido de mi amado Grimalkin el bardo así que........seguirémos por acá.

Saludos a todos!

viernes, septiembre 14, 2007

Algúna vez, algún sueño.......



Cierta madrugada, Ximena despertó de un salto, había tenido una pesadilla.

Estaba en un lugar que ella no conocía, acompañaba a su marido a cumplir con su trabajo, debía hacer una entrevista a alguna persona que vivía en un cerro, en el cuál no podían caminar normalmente, debían mantener su cuerpo de alguna forma para poder mantener el equilibrio. Juan, su marido es un hombre muy alto, delgado, sus ojos son café oscuro de ese oscuro en el que te puedes sumergir y pasar horas mirando, sus manos muy delgadas pero grandes, su cabello negro muy suave, como para mantener tu mano sobre él acariciándolo durante mucho tiempo.
Él debía hacer la entrevista y le pidió a Ximena que esperara en una palapa con la esposa del hombre a quien debía entrevistar, iban a ir a otro lado pero no era seguro que las dos mujeres los acompañaran pues había derrumbes en esos días. Ximena después de una hora de espera, comenzó a sentir que ya habían tardado demasiado y decidió ir en busca de su marido, ella caminó hacia arriba, sus pasos eran muy inseguros, comenzaba a llover y la tierra se volvía lodo que envolvía sus piernas y las sujetabas sin permitirle dar otro paso, volvió su mirada hacia arriba y vio al hombre entrevistado que venía bajando, Ximena se tranquilizó un poco, pensó:

-Qué bien, ya vienen- pero notó algo extraño en la mirada de ese hombre y no veía a Juan

-Su esposo......su esposo....-No decía más, el hombre estaba en estado de shock

-¿Qué sucede con mi esposo, dónde está?

-El murió...-Su mirada estaba perdida

-¿Queeeé, cómo que murió, dónde está?- Ximena luchaba contra el lodo, que le cubría hasta las rodillas

-El tuvo un accidente..-el hombre seguía viendo hacia la nada y no se movía de donde estaba parado

-¡No! ¡No es cierto! ¿Dónde está? ¿Por qué hace esto? ¡No es cierto!-Ximena despertó volteando de inmediato a ver el otro lado de su cama, su corazón latía con fuerza y notó que todo su cuerpo estaba empapado en sudor, su cara mojada por las lágrimas que escurrían. Juan estaba allí, estaba a su lado.

-¿Qué sucede, cielo? Tranquila, fue sólo un sueño

-¡No quiero perderte, mi amor!- Lo abrazó con fuerza, tocándolo una y otra vez, asegurándose de que en verdad estaba allí.

-No vas a perderme, ¿por qué dices eso? ¿Qué soñaste?-él la abrazaba también, tratando de tranquilizarla

Ximena no podía parar de llorar, pues sentía en ese momento un dolor terrible, al haber sufrido la pérdida de su marido, del hombre que amaba y que quería tener cerca toda su vida. Le contó a Juan lo que había soñado, temblando y respirando con mucho esfuerzo.

-No te preocupes, mi amor, aquí estoy- la acarició y la recostó sobre la almohada, la besó en la frente, en los ojos, primero en uno, luego en otro y después en la boca muy suavemente.

-¡No me dejes nunca!

-No cielo, eso no va a pasar, aquí estoy contigo, fue sólo un sueño-Se recostó junto con ella, recargándola en su pecho y acariciando su cabeza hasta que se quedó dormida.




Ximena, después de esa noche, no pasa un día sin que con algún detalle le muestre a Juan cuánto lo ama y pensando en lo terrible que sería su vida......sin él.

miércoles, agosto 22, 2007

The Cranberries - When You're Gone

Justo para estos tiempos.....


Como muchos se habran dado cuenta, hace mucho tiempo que no escribo nada, la verdad es que no es por falta de ganas. Me encantaría poder tener tiempo para poder visitar a todos en la blogósfera, pero de pronto me he visto sin poder siquiera revisar mi blog.
De cualquier forma les dejo un abrazo a todos y un beso.

Los extraño a todos!!!!

sábado, junio 16, 2007

Un día cualquiera

Sabrina llegó a la edad de dieciséis años siendo una chica desubicada, drogadicta, alcohólica, cansada de vivir pero sobre todo de vivir atormentada por fantasmas de su pasado, que la hacían despertar por las noches con miedo, pensando que algo o alguien estaba en su habitación. Sentía temblar su cuerpo y manos invisibles tocándola y golpeándola sin compasión. Todos los días se le podía encontrar en las calles tirada, fuera de sí, no era sino un cuerpo adormecido, sin visión, ni tacto, ni sentido alguno.



Por las noches cuando llegaba a su casa no había quién la recibiera para poder frenarla de su actitud. Sabrina solo entraba a su habitación para dormir y prepararse para la acción del día siguiente. Vivía con su madre, que nunca se encontraba en la casa para darle la atención suficiente pues trabajaba mucho y algunas veces se iba con sus amigos, además de que se encontró con un chico que le declaró su amor y ella correspondió. Sabrina nunca sintió suficiente confianza en su madre, pues cuando intentó hablar con ella alguna vez de algo que la estaba alterando, ella solo le contestó:

-Sabrina, soluciona tus problemas, ya tengo suficiente con los míos.

El padre de Sabrina se fue de la casa sin previo aviso, solo salió y no volvió, dejándolas con deudas, daño psicológico y algunos moretes por maltrato físico y violaciones.

Un día despertó muy temprano pensando en que ese día quería estar limpia, sólo por un día quería estar conciente de lo que sucedía a su alrededor, así que se preparó para ir a la escuela y media hora más tarde salió de casa. Mientras iba caminando veía todo a su alrededor, veía a la gente caminar automáticamente, no volteaban a ver a nadie, nadie saludaba, nadie sonreía. La gente en los autos tocando el claxon y gritándose majaderías, acelerando para no dejar pasar a otros. Entrando a la escuela veía grupos de chicos que reían a carcajadas, algunos se burlaban de los maestros que iban pasando por ahí. Nadie volteaba a verla a ella, se sentía invisible para los demás. ¿Qué hay de bueno en ésta vida ó en éste lugar?-Se preguntaba.



-Buenos días, Sabrina- escuchó que le llamaban, mientras caminaba por el pasillo, camino al aula.

-Buenos días- respondió sin detenerse a mirar quién le hablaba

-Veo que hoy decidiste venir a la escuela, finalmente!- Insistió la voz que Sabrina identificó ésta vez con una chica de su misma edad, muy atractiva, de piel apiñonada, cabello muy largo negro, y ojos de un color café claro de mirada penetrante y llena de dulzura. Sus manos eran muy largas y delgadas, totalmente femeninas, de esas que sólo encuentras en las pinturas, pensó Sabrina.

-Hola, sí, así parece, ¿cómo has estado, Rebe?- Preguntó después de unos segundos pensando si era el nombre correcto.

-Vaya, te acordaste de mi nombre, dime ¿qué ha sucedido, por qué no habías venido? Me han dicho varias veces que te la pasas bebiendo y nunca estás en tus cinco sentidos y que por eso ni te apareces por la escuela ¿tienes algún problema?

-Mira, Rebeca- Respondió algo molesta- No quiero parecer grosera, pero creo que es algo que no te incumbe, no tengo ningún problema y si estoy en mis cinco sentidos o no, ese es asunto mío.

-Oye, tranquila, no quería molestarte, sólo quería saber si estabas bien…tuvimos días muy agradables al entrar a la escuela y de pronto te me desapareciste, no he logrado tener una relación amistosa con ninguno de por aquí, pero no te preocupes, no te volveré a molestar- Respondió Rebeca confundida y algo triste.

-Discúlpame, estoy un poco cansada eso es todo, ¿no vas a ir a clase?-Le dijo un poco más tranquila.

-Para allá iba, ¿vas a entrar?

-Si…bueno…voy a hablar con los profesores, a ver si me permiten recuperar las clases y….

-Yo creo que no va a haber ningún problema, afortunadamente los profesores que nos han tocado son comprensivos y amables, si hablas con ellos no creo que tengan problema en recibirte- Interrumpió Rebeca animada.

-Eso espero, Rebe, sinceramente no había tenido ganas de nada, quiero volver a la escuela... necesito ayuda- Bajó la cabeza y su mirada estaba sumergida en una tristeza inmensa.

-¿Quieres hablar?

-Mas tarde, vamos a clase, después platicamos ¿sí?

-Está bien, no te preocupes, voy a estar cerca por cualquier cosa.

-Gracias, en verdad necesito a alguien como tú cerca de mi en estos momentos.

-Aquí estoy- Rebeca la tomó del brazo, animándola y llevándola al salón.

Mientras caminaban, Sabrina pensaba si iba poder aguantar todo el día en sus cinco sentidos, abrazaba su mochila y recordó que en la bolsa posterior tenía un papel con cocaína. No lo necesito- Se repetía una y otra vez. Cuando entraron al aula, el profesor se encontraba sentado en el escritorio revisando unos papeles y Sabrina se acercó algo temerosa.

-Profesor, buenos días- Saludó con una voz muy tenue.

-¡Buenos días! ¿En qué te puedo ayudar?- Respondió el profesor con una voz muy grave y alto volumen, mirándola a los ojos.

-Soy Sabrina X, estoy en su clase y no me he presentado en un tiempo considerable, deseo volver a tomarla y quería pedir su aprobación.

-Veo que efectivamente has faltado mucho tiempo- Respondió mirando las listas de asistencia.

-Sí profesor, pero le aseguro que no volveré a faltar, quiero volver ¿no podría dejarme hacer un trabajo o algo con lo que pueda recuperarme?

-Siéntate, ya voy a comenzar con mi clase, hablamos después ¿te parece?

-Gracias- Caminó hacia las bancas haciéndose pequeñita y buscando a Rebeca, quien se levantó enseguida para que Sabrina la viera, pues le había guardado el asiento junto a ella.

Durante la clase, Sabrina hizo un esfuerzo sobrehumano para entender, pero el sudor frío y el temblor en todo su cuerpo no la dejaba concentrarse, su corazón latía muy rápido y sentía nauseas. De pronto sintió que alguien tomaba su mano.

-¿Estás bien?- Preguntó Rebeca mirándola asustada, pues Sabrina estaba muy pálida, sus ojos estaban rodeados de un negro aterrador.

-No me siento muy bien… me falta el aire- Respondió muy agitada

Rebeca se levantó de inmediato empujando las mochilas que estaban a su paso y a los compañeros para que abrieran paso, se acercó al profesor jalando a Sabrina del brazo.

-Profesor, Sabrina no se siente bien, creo que ha estado enferma y por eso no había venido, ¿puedo llevarla a la enfermería?- Le dijo asustada e igual de pálida que su compañera.

-Vaya, vaya, llévela- Respondió el profesor asustado por el semblante de la chica- Ya pedirán a sus compañeros las notas. Señorita Sabrina, no se preocupe, hablaremos después, pero puede estar segura de que puede tomar la clase en cuanto mejore. Sabrina no pudo responder, sólo pudo ofrecer una mirada de agradecimiento.

Rebeca llamó a un taxi. Vivía sola, pues sus padres se fueron al extranjero dejándole el departamento, porque siempre vieron en ella a una chica muy madura y responsable para su edad, así que no tenían de qué preocuparse, además de que toda su familia se encontraba viviendo muy cerca de ella.

-Te voy a llevar a mi casa, Sabrina, ahí podrás dormir un rato y después hablaremos, puedes estar tranquila, nadie te va a molestar- le dijo dándole golpecitos en la espalda, tratando de tranquilizarla.

Sabrina pudo jalar aire y se tranquilizó poco a poco, pero su cuerpo no le respondía, quería morirse en ese momento, pero se sentía profundamente agradecida por haber encontrado a Rebeca ese día. Como pudo la tomó de la mano para sentirse más segura.

-Gracias, Rebe- Alcanzó a decir y se desmayó recargada en sus brazos.



Con ayuda del chofer del taxi Rebeca pudo subir a la chica al departamento, la recostaron en la cama y el chofer se retiró, no sin antes desearles buena suerte. Rebeca se dirigió a la cocina para prepararle un caldo a Sabrina para que se recuperara un poco. Después de casi 4 horas, Sabrina despertó de un salto y dio un grito tan aterrador que hizo a Rebeca correr a la habitación casi cayéndose.

-¿Qué te sucede? ¿Qué pasa?- Se acercó abrazándola y tomando sus manos heladas

-Me voy a morir, necesito….dame…debo irme- Se levantó de la cama empujando a Rebeca.

-Cálmate, estas en mi casa, estoy contigo, no pasa nada, aquí vas a estar bien- respondió asustada.

-No, Rebeca, no entiendes, tengo que irme ¡suéltame!- Gritó Sabrina desesperada, manoteando y con la mirada perdida.

-Tranquila, siéntate, todo está bien.

-Voy a morirme, necesito salir de aquí….de verdad, déjame ir.

Rebeca no la soltaba y acariciaba su cabeza intentando tranquilizarla, pero no lo lograba y comenzó a desesperarse.

-¡Siéntate!- Le ordenó, dándole un jalón que la tumbó en la cama de nuevo

-¿Qué te pasa, no entiendes? ¡Tengo que irme!- le gritó Sabrina confundida, pero ya más tranquila

-Me pasa que estoy tratando de tranquilizarte y no reaccionas, ¿qué te sucede a ti?

-Perdón, pero en verdad necesito irme, necesito aire, no puedo estar aquí encerrada- recordó que traía su mochila y la buscó por la habitación- ¿Dónde está mi mochila, Rebeca? La necesito.

-Ahora te la traigo, recuéstate, descansa- le dijo sobándole el brazo, esperando que eso la calmara un poco.

-No, quiero entrar al baño- Le respondió un tanto cortante, pues en ese momento sintió que no podía confiar en ella.

-Pasa mientras traigo tu mochila.

-No, la necesito antes de entrar- Insistió, golpeando el suelo con el pie.

-Ah, ya entiendo, espérame- Salió corriendo por la mochila, volviendo en segundos

-Gracias, ahora vuelvo

Rebeca no se movió de donde estaba por si su ayuda era requerida. Se asombró al ver salir del baño a otra Sabrina, completamente reanimada y sin rastro de desesperación y ansiedad.

-¿Estás bien, ya te sientes mejor?- Le preguntó con el ceño fruncido

-Sí, gracias, tenía que refrescarme un poco, gracias por todo, Rebe

-¿Ahora si quieres hablar?

-¿De qué?-Respondió fingiendo confusión.

-¿De qué?- Preguntó Rebeca golpeando con el puño un mueble que estaba a un lado de ella- ¿cómo que de qué? De lo que te esta sucediendo, no puedo entenderte, Sabrina, hace unos minutos parecías una mujer perseguida por asesinos ¿quieres hablar, o no?- De inmediato bajó el tono de voz, pues comprendió que no era la mejor forma de acercarse a su refugiada.

-No me pasa nada, te lo aseguro, supongo que se me bajó la presión y me asusté al despertar en un lugar que no conocía, no te preocupes, ya me siento mejor.

-No me convences, pero si no quieres hablar ahora, está bien, sólo quiero que te sientas tranquila y que entiendas que puedes tener absoluta confianza en mi.

-Lo sé, y te lo agradezco, solo dame un poco de tiempo, es difícil, Rebeca, me siento una desquiciada, de pronto estoy bien y luego siento que si doy un paso más o me quedo muy quieta donde esté, voy a caer muerta, no sé qué es lo que me sucede..- Se retorcía las manos bajando la cabeza, sentía vergüenza de la escena anterior, pero no quería decirle nada a Rebeca porque no quería alejarla.

Rebeca se acercó para abrazarla y transmitirle toda su energía, pues sabía que la energía se puede transmitir y tranquilizar a alguien más. -Pasaron todo el día hablando sobre lo que les gustaba hacer, sobre sus lecturas, sus aversiones, hasta llegar al tema de parejas.



-¿Qué sucedió con Roberto, Sabrina, sigues con él?-Le preguntó, mirándola fijamente.

-No…bueno…no lo sé, Rebe, hace mucho tiempo que no nos vemos, cada quién anda en sus cosas, ninguno de los dos nos hemos buscado, supongo que…..no. ¿Tú estás con alguien? No te conocí algún novio.

-No, no estoy con nadie- Respondió Rebeca, sin decir una sola palabra más del asunto.
Sabrina quedó esperando escuchar algo más, pero reaccionó después de unos segundos y no se atrevió a volver al tema. De pronto Rebeca tuvo una idea que le agradó a Sabrina, después de todo, durante el día se había sentido muy bien estando a su lado y hasta se había olvidado de lo mal que se sintió por falta de su dosis matutina.

-¿Por qué no te quedas a dormir aquí conmigo? Llama a tu madre, dile que vas a estar aquí.

-No, no creo necesario avisarle. Sí, quiero quedarme, no te preocupes, mi madre no tendrá problema.

-¿En serio, lo crees? –Preguntó sorprendida, pues aún cuando ella vivía sola, no había visto a ningún chico o chica de su edad que le permitieran estar fuera de su casa toda la noche por lo menos sin avisar.

-Sí, no te preocupes, en serio no hay problema.

Siguieron horas platicando, hasta que Sabrina no pudo mantener los ojos abiertos, estaba débil y necesitaba dormir. Rebeca le colocó una cobija encima, pues hacía un poco de frío y se dedicó a buscar el número telefónico de Sabrina, pues quería avisarle a su madre que se quedaría ahí. Tomó el teléfono y marcó el número un par de veces, pues nadie contestaba, hasta el tercer intento tuvo respuesta.



-Bueno

-Buenas noches, señora ¿habla la mamá de Sabrina?

-Sí

-Hola, habla Rebeca, soy compañera de Sabrina, le llamo para avisarle que ella se encuentra en mi casa, está dormida y yo no quería que usted se preocupara.

-Ah, ¿Por qué no la despiertas y me la pasas?- le dijo un poco molesta.

-Mire, lo que pasa es que Sabrina se sintió mal en la escuela, al parecer se le bajó la presión y la traje a mi casa para que descansara ¿habría algún problema si ella se queda aquí y llega a su casa mañana después de la escuela?

-¿Pero ahora se encuentra bien? Seguramente no había desayunado, esa niña no entiende, le he dicho que no puede estar sin comer y no puedo estar detrás de ella todo el tiempo.

-No se preocupe señora, le aseguro que ella ahora está mucho mejor, sólo necesitaba descansar, le doy mi número telefónico por si quiere llamarla más tarde- dijo y de inmediato comenzó a dictarle.

-Bueno, está bien, dile que no hay ningún problema, la veré mañana por la noche, pues mañana voy a trabajar por la mañana.

-Muy bien, gracias señora, buenas noches.

-Gracias a ti, buenas noches.

Luego de colgar el teléfono, Rebeca se dirigió a su habitación para acostarse, pero no pudo conciliar el sueño y se pasó un par de horas mirando a Sabrina mientras dormía. Encendió la lámpara que se encontraba en el buró a lado de su cama y comenzó a acariciar su mejilla muy suavemente, casi un roce. Se acercó lentamente a escuchar su respiración, que era tranquila y le transmitía mucha paz. Sabrina sintió la mano de Rebeca en su cara pero no abrió los ojos, se dejó acariciar pensando en lo extraño que le parecía el disfrutarlo, de pronto se encontró con sus labios tibios, húmedos, suaves y realmente irresistibles, se besaron unos minutos, eran besos llenos de ternura y las caricias ya eran correspondidas. Al acariciarse, hacían a un lado la ropa que les estorbaba poco a poco. Las dos frente a frente recorrían sus espaldas con las manos, luego las piernas, la cara nuevamente y luego el cuello. De pronto, Rebeca se detuvo, pues no estaba segura de que Sabrina estuviera despierta y conciente de lo que estaba sucediendo o por lo menos de con quién estaba sucediendo.



-¿Qué sucede? Preguntó Sabrina confundida

-¿Estás despierta?- Le dijo, mas confundida que Sabrina.

-Sí, lo estoy ¿por qué?

-Y ¿quieres continuar?

-¿Tú no?-Preguntó Sabrina incorporándose y cubriendo su pecho con la sábana

-Si, no…bueno, es que, pensé que no estabas despierta y si lo estabas que estabas confundida, pues no abriste los ojos...yo..

-Sé que estoy contigo, Rebeca- Interrumpió acariciando suavemente su mejilla y se acercó a sus labios nuevamente, llevó la mano hacia su pierna, su piel tan suave la fascinaba, quería tocarla, quería sentirla y saber cómo era el estar con ella.

-Tu, ¿también…eres..? –Preguntó Rebeca, abriendo mucho los ojos para no perderse su reacción.

-No, no lo sé...es extraño, me siento muy bien, nunca lo había hecho, pero me siento bien...



Rebeca volvió a acercarse a Sabrina tomándola del cuello. Continuaron besándose y buscándose con las manos, tocando todo lo tocable y besando todo lo que se ponía a su paso, escuchando murmullos, el corazón acelerado, sintiendo el pulso y respirando. Detectaron olores corporales que las llevaron al éxtasis, y sudaban el deseo que no podían mostrar, estaban saturadas y no podían sacarlo todo al mismo tiempo, salía de cada uno de los poros de sus cuerpos. Así, pasaron toda la noche hasta llegar la hora de ir a la escuela. Decidieron que no se bañarían, pues no deseaban que ese olor se eliminara de su cuerpo. Terminando las clases se volvieron a reunir y Rebeca se dio cuenta de que Sabrina tenía el mismo semblante de la mañana anterior.

-Sabrina, ¿qué te sucede? Otra vez estás pálida- Se acercó a tomarla del brazo para llevarla a una banca para que se sentara.

-Rebe, soy adicta y ya no quiero seguir….quiero dejarlo, pero me siento muy mal, ¡Ayúdame!- Se le colgó del cuello con los ojos completamente húmedos

Rebeca ya lo sabía, pero tenía que escucharlo de ella, esperó a que ella se lo dijera pues temía por su reacción si ella se lo preguntaba.
-No te preocupes, Sabrina, voy a ayudarte a salir de esto.-Le dijo abrazándola y besando su cabello, mientras pensaba a quién acudiría para poder ayudarla.

Salieron de la escuela y se dirigieron a casa de Sabrina, pues Rebeca le contó que mientras ella dormía la noche anterior, le había llamado a su mamá para decirle que estaba con ella y que dormiría ahí.

-¿Sabes qué, Rebe?- Le dijo mirándola a los ojos y tomando sus manos. -Quiero que mi mamá te conozca, pues supongo que vamos a estar juntas todo el tiempo y quiero que ella te tenga confianza, quisiera quedarme contigo lo más que se pueda.

-También me gustaría- La tomó de la mano y siguieron caminando.

No volvieron a hablar durante todo el camino, pero no se soltaron ni un solo momento, Sabrina iba analizando lo que había sucedido, pues ella había tenido novios, nunca se había fijado en alguna chica, nunca había sentido algo por ninguna, es decir, alguna atracción física, ¿estaba bien? No estaba segura de que hubiera cambiado su forma de pensar y sentir hacia las personas de su mismo sexo, no quería lastimar a Rebeca, pero por otro lado, ella se había sentido bien, no le parecía raro en absoluto, lo deseaba, lo deseaba con toda su alma y quería continuar con su vida, quería estar limpia y terminar la escuela, superarse.



Sabrina pasó semanas sufriendo el proceso de desintoxicación, el cual fue muy duro, ya que si de por sí estaba flaca, en esos días perdió como 10 kilos más, y aunque trataba de alimentarse, su cuerpo lo rechazaba todo, pero ella luchaba para que la energía de lo que comía se quedara en su cuerpo. Durante todo éste brutal proceso Rebeca no se separó de ella en ningún momento. Se veían en la escuela y luego se iban al departamento para entrar de nuevo en su mundo, no podían ni querían quitarse las manos de encima.



Ahora la madre de Sabrina está tranquila, pues ha llegado a confiar en Rebeca, después de todo, hay un cambio radical en su hija, ahora sabe dónde se encuentra todo el tiempo, va a la escuela y lleva muy buenas calificaciones y siente que es gracias a su compañera.

Hoy invitó a Rebeca a comer a la casa, pues quiere formar parte de todo ese cambio y acercarse lo más posible. Durante la comida, las miraba fijamente.

–¡Qué maravilla! Mi hija estaba perdida, confundida, seguramente por alguna relación fallida, esperaré a que Sabrina me hable de su relación, quizá piensa que no lo aceptaré y la juzgaré, es su vida y la veo feliz, así es como quiero verla siempre- pensó ella, mientras debajo de la mesa jugueteaban las chicas con las manos y las piernas, acariciándose.

Mientras acariciaba a Rebeca, Sabrina no dejaba de pensar en la situación en que ahora se encontraba, después de todo lo que había pasado, todo lo que había superado, todo lo que había recuperado en ella misma, comenzaba a valorar cada segundo de su vida, cada centímetro de su cuerpo, cada espacio cerca de ella y el momento en el que despertó y decidió vivir, el momento en el que decidió desaparecer las sombras, el momento en el que comenzó a amar....un día cualquiera.

jueves, junio 07, 2007

Pearl Jam - Nothing As It Seems

Pearl Jam es uno de mis favoritos, tiene mucho significado para mi toda su música, les dejo un video.
Disfrutenlo mucho.

miércoles, abril 18, 2007

¡Al fin, libertad!



Antes que nada, quiero saludarlos a todos y disculparme por no haber contestado antes ó escrito algo, hace mucho tiempo que no escribo y no sé cuanto tiempo pase antes de que pueda escribir de nuevo, por eso estoy posteando esto ahora, es un texto muy largo, lo sé, pero creo que en estas circunstancias, se vale.


Andrea tiene 8 años, es una niña muy delgadita y delicada, la piel es tan pálida como la de una persona que no sale a la calle nunca. Su madre, Adriana, se divorció cuando ella tenía dos años y se volvió a casar. Ellos tienen muchos amigos con los que comparten veladas enteras, ya sea en su casa o en casa de los amigos.
Hay un amigo suyo, Ricardo, de más o menos 30 años, también divorciado y tiene una hija llamada Denisse que es más o menos de la misma edad que Andrea, pero son personas que ella no tolera.






Llegó el cumpleaños de Denisse y Ricardo le hizo una fiesta en su casa, con primos y amigos de la escuela, claro, invitaron a Adriana para que llevara a Andrea.

-Hija, es el cumpleaños de Denisse y vamos a ir, arréglate para que nos vayamos en una hora.

Andrea no pudo evitar arrugar la nariz dejándose caer a la cama.-No quiero ir, mamá!

-Tenemos que ir, Andrea. ¿Qué les voy a decir? Ya acepté la invitación. ¿por qué no quieres ir?

-Simplemente no quiero, no me gusta ir a esa casa, me da miedo

-Vamos a estar ahí contigo, es verdad, la casa es muy vieja, pero no debe dar miedo, es una casa.

-Bueno, de todos modos no quiero ir- Dijo Andrea azotando su pie contra el suelo.

-Bueno, de todos modos vamos a ir- respondió su madre saliendo de la recamara.

Andrea pensaba la forma de salirse de esto, pero siendo una niña de 8 años no podía hacer gran cosa al respecto. Pensaba en cuanto detestaba ir ahí, no porque la casa le diera miedo, eso era un pretexto bastante tonto para lo que en realidad le asustaba, solo podía recordar cómo en cualquier momento que se encontraba sola por algún motivo con Ricardo, el amigo de su madre, él siempre quería besarla en la boca, Andrea no entendía por qué, pero eso la asustaba y le daba un poco de asco, no le gustaba eso, pero su mamá no le creyó una vez que le contó, pensó que había sido sin querer. Ya en la fiesta, Andrea se encontró con Denisse que estaba llorando en el jardín porque no había ido ninguno de sus compañeros de la escuela, solo estaban ahí dos de sus primos, eso era todo. En ese jardín que era muy grande tenía juegos de parque, jugaron durante horas, Andrea jugó con Denisse esperando que el tiempo pasara más rápido y por fin llegara la hora en que su madre saliera a decirle que se iban. Ya había oscurecido cuando salió Adriana para decirle a su hija que entraran, era la hora de partir el pastel.

-Por fin! –Pensó Andrea. -ya casi nos vamos a ir, sólo parte el pastel y nos vamos.

Ya dentro de la casa y después de las mañanitas más largas que había escuchado jamás, Denisse partió el pastel, sólo quedaban Denisse y Andrea, así que no fue nada tardado el repartir.
Todavía una hora más ahí dentro entre platicas de adultos, sobre el divorcio de Ricardo y todo lo que la mujer estaba peleando que le diera, sobre los problemas que había tenido con la familia, de pronto Ricardo tuvo una idea que le heló la sangre a Andrea.

-Oye, Adriana, Denisse ya se va a dormir, por qué no dejas que se quede Andrea a dormir y mañana vienen por ella, para que mi hija no se sienta triste.

-¡No, no quiero quedarme!.- Se levantó Andrea de la silla y corrió hacia su madre.

-¿Por qué no? Preguntó Denisse. –Anda, nos vamos a divertir, hacemos una pijamada.

-No quiero quedarme, mamá, ¡por favor! Miraba a su madre suplicante.

-Sí, quédate! Mañana vendremos por ti temprano. Se acercó a Andrea y le dijo muy quedito en el oído:
-No vino ninguno de sus amigos, por favor quédate con ella.

-No quiero, mamá, no me gusta estar aquí.

Adriana se levantó de la silla y tomó su bolsa mirando a su marido haciéndole señas con los ojos mostrándole la puerta.

-Ya nos vamos, Andrea, mañana vendremos por ti temprano, ¿si? No te preocupes todo va a estar bien.

Andrea desesperada volvió a suplicarle una vez más a su madre, pero entendió que no había manera de que cambiaran de opinión, Denisse debía sentirse mejor si ella se quedaba a dormir esa noche. Las dos niñas se fueron a la habitación de Denisse, y le mostraba dónde dormirían, después de unos diez minutos entró Ricardo en la habitación.

-Deben tomar por lo menos un vaso de leche y luego se duermen, pero antes deben bañarse.- Salió de la habitación y se dirigió a la cocina.

Andrea, cada segundo ahí se asustaba más, no tenía idea de lo que podía suceder. Solo le dio un par de tragos a la leche y se metieron a bañar, cuando terminó Andrea, la esperaba Ricardo fuera del baño con una toalla, la cargó para llevarla a la habitación, para llegar ahí debía subir unas escaleras muy largas y muy oscuras.

-¿Te gustó el baño? -Llevaba a Andrea en brazos.

-Si, gracias.

-Estaba rica el agua ¿no es cierto? –Se acercó para besarla en la boca

-Sí, estaba bien. –Movió la cabeza para esquivar el beso.

Cuando llegaron a la recamara, Ricardo le dio ropa de Denisse para que tuviera con qué dormir y salió de ahí. Andrea se sintió aliviada, se había ido y solo tenía que esperar a que llegara Denisse para acostarse, pero estaba tan agotada que cayó dormida inmediatamente, ella era de sueño muy ligero, cualquier ruidito que hubiera la despertaba siempre, así fuera un grillo afuera ó un crujido de algún mueble, siempre había sido así. Sintió cuando Denisse se acostó a su lado y le dijo:
-Buenas noches, Andrea.

-Buenas noches. Respondió con una voz muy tenue.

Andrea fue despertada por movimientos algo bruscos, sintió manos en su cintura que la jalaban hacia atrás una y otra vez y sentía que algo estaba muy pegado a su trasero, estaba despertando y no comprendía qué sucedía, volteó y vio que estaba en la habitación de Ricardo, en su cama, casi desnuda, detrás de ella estaba Ricardo que era quien la sujetaba y la jalaba, se levantó de la cama como pudo y vio que tenía solo las pantaletas puestas y en el suelo estaba la pijama, la levantó en seguida y se la puso.

-Ven, acuéstate otro ratito. Le dijo Ricardo levantando las cobijas mostrando su cuerpo también casi desnudo.

-No, quiero llamar a mi mamá, ya quiero que venga por mi.- Recordó que en esa habitación había un teléfono, pero no estaba donde ella recordaba haberlo visto, volteó y vio que estaba encima de un mueble que ella no podía alcanzar.

-Al rato vienen, ven acuéstate conmigo.

-No. ¿Cómo llegué aquí? Yo me acosté con Denisse en su cama.

- Tú te pasaste para acá, solita, pensé que no podías dormir con ella y querías dormir conmigo.

-No es cierto, yo me acosté con ella.- Temblaba pues en verdad no tenía idea de cómo había llegado ahí ni qué había sucedido, lo último que recordaba era que Denisse le había deseado buenas noches, ¿cómo pudo haber ido sola a la habitación de éste hombre, al cual no quería ver?. Salió de ahí y se dirigió a la habitación de Denisse, ya se vestía y le prestó ropa para que fueran a desayunar y luego a jugar al jardín, Andrea no tenía hambre así que no comió nada y salió al jardín para subirse a uno de los columpios, no pasó mucho tiempo para que llegara la otra niña al columpio que estaba a lado.

-Denisse, ¿por qué tu papá siempre me quiere besar en la boca? Preguntó Andrea.

-Bueno, creo que es porque le gustan las mujeres, tu mamá le gusta, talvez sea por eso

-Pero yo soy una niña. Arrugaba la frente y levantaba las cejas un poco confundida

-Pues no sé, solo lo hace.

-¿A ti también te besa en la boca?

-No, a mi no.

En eso sonó el timbre, Andrea corrió a la puerta deseando con toda su alma que fuera su madre. Por otra puerta salió Ricardo para abrir, en efecto, era Adriana con su marido, que iban por Andrea, se puso feliz de que habían llegado por ella. Todavía pasó un rato antes de que se fueran, talvez dos horas, las dos horas más largas de su vida, ya al despedirse le temblaban las piernas a Andrea, se acercó a Ricardo y le puso la mejilla, y escuchó algo que le dio más miedo:

-Si le mencionas algo a tu madre, talvez no despierte mañana, ¿entiendes?
Andrea quedó pasmada, no entendía, sabía que lo que había sucedido no estaba bien, pero ¿por qué le había dicho eso? No lo comprendía, no a esa edad. Ella no quiso volver nunca más a ninguna de las fiestas o reuniones que se celebraran en casa de Ricardo, siempre se inventaba cualquier excusa para no ir, se iba a casa de su abuelita ó con su padre, no quería volver más.




Pasaron los años pero Andrea no olvidaba esa visita, no podía recordar más, pero ahora entendía el porqué era aberrante lo que había sucedido. Un día en casa de su padre, estuvo platicando con la esposa, Tania, y ésta le preguntó a Andrea:

-¿Alguna vez fuiste violada?

Andrea volteó a verla confundida, ¿cómo era que hacía una pregunta de ese tipo?

-¿Por qué me lo preguntas?

-Porque recuerdo una cosa que sucedió, pero eso solo tú puedes saberlo

-¿Qué sucedió? Preguntó Andrea, aún más confundida

-Tenías como 8 años, y le dijiste a tu madre que estabas sangrando, y tenías mucho dolor en el vientre

Andrea lo recordaba, pero no hilaba la situación

-Mi hermano es ginecólogo y tu papá le recomendó a tu madre que te llevaran con él, pues no tenías la edad aún para comenzar con tu periodo, ella aceptó y te llevaron, te revisó y tenías una infección muy grave, hubo que internarte un día y te metieron toda clase de medicamentos, tu madre no dijo nada. Un par de días después hablé con mi hermano y le pregunté por tu situación, y él me dijo que habías sido violada, eso le parecía a él, al menos por cómo te había visto, pero tú tampoco dijiste nada, entonces, siempre me quedé con la duda, pues nadie hizo nada.

-Sinceramente no lo sé- respondió Andrea, haciendo memoria, pero comprendiendo que quizá había sucedido y ella no lo recordaba, no recordaba que éste hombre la hubiera penetrado, pero por otro lado sabía que había algo que no estaba bien, ella siempre despertaba con un pequeño ruido, cómo fue que no se dio cuenta de el momento en el que la cambiaron de habitación, no recordaba nada y eso la angustiaba aun más.
No se habló más del asunto, pero Andrea no dejó de pensar en eso en todo el fin de semana, volvió a su casa y no le dijo nada a su madre.
Después de un par de meses, Adriana le dijo a Andrea:

-Esta noche vendrá Ricardo a la casa, vamos a hacer una cena, ¿estarás aquí verdad?

-No, no voy a estar, me voy a ir a casa de mi abuela- dijo Andrea bruscamente, angustiada y sorprendida.

-Hace mucho tiempo que no te ve y me dijo que quería verte

-¿Sabes qué, mamá? No quiero estar aquí, y no quiero ver a ese tipo, ¿entiendes?

A un lado estaba una prima de Andrea que sabía lo ocurrido, no porque se lo hubiera dicho, sino porque ella había pasado por una situación similar y se daba cuenta por su comportamiento, y le dijo a Andrea muy quedito:

-Ya dile la verdad, dile lo que sucedió

Andrea no podía creer lo que estaba escuchando, ¿qué era lo que ella sabía? ¿por qué le decía eso? Pero le contó a su madre lo que había sucedido, Adriana se asustaba cada vez más pero no creyó una sola palabra de lo que le decía su hija, y al fin le dijo:

-Andrea, yo creo que es conveniente que te lleve con un psiquiatra, ¿cómo dices esas cosas?

-Mamá en verdad sucedió, no sé si me penetró, pero lo que te acabo de decir es cierto, Tania me contó lo que sucedió cuando me llevaron con su hermano, tenía 8 años, y fue cuando sucedió esto, mamá, es real.

-No me digas más, sólo vete, no quiero verte ahora, y voy a hacer una cita con el doctor.




Andrea salió de ahí, llorando desesperada, ¿cómo no había creído su madre lo que le había dicho? quizá porque había pasado tanto tiempo, pero no había dicho nada por la amenaza que había recibido, si a una niña de esa edad le dicen que se calle porque si no lo hace matarán a su madre, se calla, y no hay poder humano que la haga hablar, una madre es lo más importante. No fue a casa de su abuela ni a casa de su padre, caminó durante horas y se metió en un bar, dónde sabía encontraría a sus amigos. Fumo, se drogó y bebió hasta perder el conocimiento, y así pasó bastante tiempo, haciéndolo todos los días, salía al amanecer diciendo que iba a la escuela y llegaba hasta la noche, sólo para dormir. Un día llegó en la tarde a su casa, no en sus cinco sentidos, estaba muy mal, solo quería dormir y la recibió su madre con una bofetada.

-Mira nada más cómo vienes, ¿qué te pasa?

-No me pasa nada, ¿qué quieres que te diga? Me tomé unas cervezas, eso es todo

-¿Pero por qué? Bueno, sabes qué, no me importa, solo métete a tu habitación, vamos a tener visitas más tarde.

Andrea se fue a dormir y ya en la noche escuchó voces en la sala, salió para ver quien era.

-¡Hola, Andrea! ¿Cómo estás? Hacía mucho tiempo que no te veía. Andrea vio a quien le decía esto, era Ricardo, sentado en la sala, se veía como un hombre bastante golpeado por la vida, su cabello lleno de canas pero su mirada seguía siendo la misma.

-Bien, estoy bien, con permiso- Salió de ahí y se quedó afuera por un largo rato, pensando lo que debía hacer, entre las sombras apareció uno de sus amigos, Gabriel, le contó todo lo que estaba sucediendo y quería arreglar la situación, de pronto salió Ricardo del departamento y Andrea alcanzó a escuchar cuando se despedían, lo vio caminar hasta ella y sin pensarlo, se levantó y le dijo:

-Ricardo, ¿te vas?

-Sí ya me voy- respondió, mirándole fijamente.

-Oye, voy a ir con unos amigos a tomar unas cervezas, ¿no quieres venir? Hay algo de lo que me gustaría hablar contigo.- Temblaba como nunca y sudaba frío, tenía tanto miedo de no controlarse.

-Claro, no puedo tardar mucho, pero vamos.- Respondió Ricardo tomándola del brazo. Subieron al auto de Gabriel y se fueron al bar de siempre, ya allí, Andrea se sentó en una mesa mientras Gabriel y otros dos chicos se alejaban a la barra, aprovechó el momento.

-Ricardo, ¿recuerdas aquel día que me quedé a dormir en tu casa y amanecí en tu cama?

-Sí, claro, lo recuerdo muy bien- Andrea percibió una mirada perversa en sus ojos.

-Dime, ¿qué fue lo que sucedió?- Se retorcía las manos debajo de la mesa y trataba de disimular su temblor.

-Bueno, ahora eres toda una mujer, eso es cierto, te lo voy a contar.-Se quedó pensativo por unos segundos y comenzó: -Estabas en la cama de Denisse y noté que estaban muy apretadas ahí, te cargué y te llevé conmigo, esperando que como era una cama más grande, te acomodarías mejor

-Pero estaba casi desnuda

-Sí, es cierto, pensé te daría calor, era una temporada muy calurosa

-Me tocabas…

-Sinceramente, Andrea, siempre has sido una niña hermosa, no tenía nada de malo que te tocara
-No? Tenía 8 años y recuerdo perfectamente que siempre que estábamos solos querías besarme en la boca.

-No sé qué decirte, es verdad y ahora te me antojas mucho más, en serio, eres toda una mujer y te ves, mmhh- Sus ojos se cerraron por un momento y se mordía los labios, mientras Andrea temblaba aún más, pero no dudó ni un segundo lo que haría

-Oye, vamos a otro lado, ¿sí?

-¿Como cuál?- Preguntó Ricardo

-No lo sé. Solo salgamos de aquí, hace mucho calor- le dijo mientras metía su mano en el bolsillo, encontrando una navaja.

-Uf! Bueno, pero ¿qué vas a hacer con tus amigos?

-No te preocupes, ellos se las arreglarán solos.- Salieron del bar y caminaron hacía el hotel que estaba a dos cuadras, ella no podía dejar de pensar que ese día lograría liberar su mente y su corazón de tanto dolor y desesperación. Pidieron una habitación y entraron en ella, Andrea sacó un papel con cocaína y la vació en un mueble del baño formando dos líneas, todo volvía a su cabeza, revolviendo sus ideas y volviendo a sentir terror y coraje al mismo tiempo. –Ten valor.- Se repetía una y otra vez Andrea, recordaba a su madre, recordaba la amenaza, su miedo. Salió del baño unos minutos después y Ricardo estaba desnudo debajo de las cobijas.

-¿Vas a venir? Preguntó, levantando las cobijas

-Sí, claro, pero vamos a jugar un poco.- Respondió Andrea tomando unos trapos que estaban encima de una silla, al parecer eran servilletas como las de los restaurantes.

-¿Cómo quieres jugar?

-Cierra tus ojos, voy a vendarte y a amarrarte las manos, ¿te molestaría?

-No, nunca he jugado así, pero hazlo.

Andrea tapó los ojos de Ricardo y le amarró las manos lo más fuete que pudo, pero lo amarró a la cabecera de la cama, para que no tuviera forma de moverse, después amarró sus pies, su respiración se aceleraba y sentía el corazón fuera de control, escuchaba que Ricardo decía algo pero no entendía sus palabras, no quería poner atención, sólo intentaba escuchar lo que había en su cabeza y volvían las palabras de su madre, luego las de Tania, se imaginaba de nuevo en el columpio cuando hablaba con Denisse, se levantaba y respiraba profundamente, por un lado quería controlarse, pero por otro lado quería verlo sufrir, quería verlo muerto, se acercó a su lado y le dijo:

-Entonces, ¿te gustaba cuando era una niña?

-Siempre has sido hermosa, ven, súbete en mi

-¿A cuantas niñas le hiciste eso?- Le preguntó Andrea, con un tono muy suave, pero su mirada era de temer

-Nunca le hice nada a ninguna niña, ¿de qué hablas? Ven, anda, eso es un juego para ti?

-Sí, siempre te excitó el ver a una niña en tu cama, ¿no es cierto?

-Solo tú- Respondió Ricardo tratando de ser gracioso.

Andrea perdió el control y se fue directo a su cuello con la navaja, una y otra vez, hasta deshacérselo, no paró, escuchaba cómo Ricardo se ahogaba en su propia sangre y luchaba para soltarse de la cama, hasta que ya no hizo ruido, pero ella seguía enterrando la navaja en el cuerpo de Ricardo, en el pecho, en el vientre, en los brazos, en la cara y el último golpe que fue con toda la fuerza que había sentido en toda su vida, lo clavó en medio de los ojos, se levantó jadeando, luchando para no caerse porque su cuerpo temblaba como nunca, le faltaba el aire y no podía hablar, oír ó pensar, se recargó en un mueble que estaba detrás de ella, solo miraba el cuerpo, la respiración y su corazón se iban calmando. Pasó una hora allí, mirando, de pronto comenzó a hablar, diciéndole al cuerpo todo lo que había sentido al entender lo que había sucedido cuando era una niña, lo duro que había sido el que su madre no le creyera lo que había dicho y lo aterrada que se había sentido cuando la había amenazado, liberaba su cuerpo y todos sus sentidos del dolor que la había ido matando durante tanto tiempo, cuando se tranquilizó, encendió un cigarro y se sentó en el suelo a fumarlo, sin dejar de mirar a Ricardo, al terminarlo se dirigió a la cama para desatarlo y enseguida se metió al baño a lavarse las manos y la cara que estaba salpicada de sangre, su ropa lo estaba también, tomó la gabardina que llevaba Ricardo esa no se había manchado así que se la puso, salió caminando de el lugar que estaba desierto, nadie la vio salir. Se dirigió al bar nuevamente donde encontró a Gabriel, no dijo nada al verlo y él tampoco preguntó nada, no había que decir una sola palabra, Gabriel se dio cuenta de que Andrea estaba tranquila y que se había liberado de todo el dolor, sólo le tomó la mano, sintió que temblaba, estaba helada, pero lo entendía y estaría con ella en todo momento. Bebieron unas cervezas, casi al amanecer volvieron a casa. Andrea se quitó la gabardina y la lanzó en un baldío que estaba cerrado con malla de alambre, llegó a casa, se quitó la ropa para lavarla y se fue a dormir, talvez lo hizo por una semana entera y como era de esperarse, nadie hizo o dijo nada en su casa.

Después de varias semanas Adriana se enteró de que un día después de la visita de Ricardo a la casa, lo habían encontrado en un cuarto de hotel, muerto, había sido visto entrando con una chica que al parecer era una prostituta ya que era bastante joven pero no recordaban su cara ni alguna seña que pudiera ayudar a encontrarla, no había pistas. Se cerró el caso, pues se encuentran este tipo de situaciones en esos lugares casi diario. No hay necesidad de volver a Andrea, pues se entiende que ella ahora por lo menos se siente libre.


sábado, febrero 24, 2007

A cada quien lo que le toca....


En cada lugar de éste mundo, hay personas a las que le parece que la vida se trata de joder a los demás sea como sea, "Se vale mentir, se vale calumniar y destruir a quien sea" simplemente para que lo que ellos hacen sea lo único que esté bien, que quede así ante los ojos de todos los demás, no ven el mundo tal cual es, lo ven como sus ojos lo desean. Lo peor del asunto es que a veces los que están alrededor, no se dan cuenta de esto y además lo celebran.

Hay tantas personas que luchan durante toda su vida tratando de salir adelante, que trata de lograr sus metas, que además se preocupan por ayudar a quienes aman y necesitan, pero siempre va a existir alguna persona de esas detrás de ellos, tratando de conseguir la información de lo que se tiene en mente, para poder utilizar las palabras adecuadas y enredar todo para llegar al punto en el que se diga todo lo contrario. ¡La cosa se jodió! Por ser tan confiado, por ir por la vida pensando que en algún momento se terminará con esa mala leche de éste mundo.

Siempre he pensando que las cosas no suceden por casualidad y sé que en algún momento a esas personas les toca lo que merecen.

Nunca le he deseado mal a nadie, ni a las personas que en verdad me han hecho daño, pero cuando les llega la factura, no hay mano que pueda ayudar, eso me queda claro.

Supe de una de esas personas, le ha llegado la factura. No lo celebro, simplemente me tranquiliza el saber que no estoy tan errada en ese aspecto, el daño que puedas hacer se te cobrará en algún momento y no habrá nadie que pueda ayudarte, simplemente tendrás que pagar y rascarte con tus propias uñas.

Eso me ha dado una verdadera lección: No siempre se puede confiar en toda la gente que conoces, a veces puedes esperar el puñal en la espalda de quien menos lo imaginas y no porque te digan ¡Suerte! en verdad te lo están deseando.

Supongo que lo único que queda es seguir luchando, topándose con algunos obstáculos, pero siempre firme, finalmente a todos nos tocará lo que merecemos.